Criado entre bollitos, caramelos y nubes de algodón dulce, rondando por la pastelería de sus padres, como decía Mario: “por allí un bebé gordito comiendo todo dulce que caía en sus manos”. Y así pasó que el azúcar y el chocolate estaban en su ADN. Pero también formaba parte de su ácido desoxirribonucleico la sonrisa,Sigue leyendo «Mario Miguelañez, un dulce corazón socialmente responsable»