La noche más mágica del año a buen seguro. Un día en el que celebro la mirada a mi “niña interior” Un momento de reflexión de lo que me ha sucedido durante todo el año anterior.
Vivo la noche de Reyes, con toda su magia, luz, color y una sonrisa de bienestar
Eva Robles
Es para mí un ritual de renacimiento, lo tengo fácil, ya que nací un 5 de enero y eso me da ventaja. Considero que su “para qué” divino es digno de mención, reflexión y sobre todo de amor incondicional. Un acercamiento a la espiritualidad.
Veo a Melchor, Gaspar y Baltasar, mis guías espirituales, que me traen los valores de la Humanidad a través de los Regalos que entregaron al Niño Dios. El Altísimo “nos creó a su imagen y semejanza”, así acepto los presentes, oro, incienso y mirra, como el valor más preciado.
Estos tres elementos con los que Sus Majestades obsequiaron al niño Jesús en Belén estaban asociados a conceptos y rituales en la antigüedad.
¿Qué significado esconden el oro, el incienso y la mirra?
Así relata San Mateo en el Evangelio este episodio: «Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra» (Mateo 2, 1-12)
Su elección no fue casual y no fueron cualquier regalo, afirma el Profesor de Historia del Oriente Próximo de la Universidad CEU San Pablo, Hipólito Sanchiz.
“Oro para un Rey” aquí viene el primer valor: la humildad.
Jesús nace en un portal de Belén, en un humilde pesebre, pero lo hace como Rey al recibir el presente del oro.
Se cumple lo que dice el ángel a la Virgen María: «El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin» (Lucas 1, 26-38) El Niño Jesús, Dios hecho carne, viene a ser el Rey de Israel, además de Salvador de toda la humanidad.
Los Reyes desde oriente vienen guiados por una brillante estrella que anuncia su llegada y el lugar de nacimiento. Así, muestran su respeto y admiración recogido en la Biblia: “¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque desde el oriente vimos su estrella y venimos a adorarlo» (Mateo 2: 1-2)
El oro podría ser interpretado “como regalo regio, destinado a un rey”
Hipólito Sanchiz
Recuerda que en Mateo 2,2 se hace referencia a que los Reyes Magos llegaron a Belén en búsqueda del nacimiento del Rey de los Judíos, por lo que la faceta regia del acontecimiento estaba presente.
Otro valor que debemos tener presente es el de la divinidad y la adoración máxima que tienen los Reyes Magos hacía el Niño que ha nacido. En aquellos tiempos el uso del incienso estaba asociado al culto a los dioses que constituía una ofrenda a realizar en su honor. El niño Jesús recibe este “reconocimiento” de Dios encarnado, que viene a traer la Paz al mundo.
La simbología del incienso y emparenta con el carácter divino de Cristo.
Hipólito Sanchiz
“Tanto en la religión judía como en las paganas se quemaba delante de los dioses, muchas veces como sacrificio. De hecho, las iglesias católica y ortodoxa lo siguen empleando en su liturgia», subraya.
La mirra es una resina solidificada, similar al incienso, que se utilizaba para la embalsamación. Su uso era para el último cuidado en el final de la vida humana. Nos anuncia pues el valor y significado que hemos de darle a la muerte, de cómo hemos de ser en vida para llegar a un buen final.
El presente de la mirra nos anuncia la pasión de Cristo y que en tres días culmina en la resurección.
Existe otra interpretación para la mirra, teniendo en cuenta que se utilizaba como anestésico -normalmente mezclada con vino-, se puede interpretar como que nuestro Señor venía a quitar el dolor al mundo, describe Sanchiz.
Este año en la carta, voy a pedir los mismos presentes que le llegaron a Jesús: humildad, respeto, admiración, divinidad, iluminación, adoración a la vida nueva que cada día comienzo y agradezco.
Queridos Reyes Magos acepto el oro, el incienso, la mirra y que la misma luz de la estrella que os guio a Belén al encuentro del divino Jesús, ilumine mis pasos en el Camino de la Vida.
¡Así sea! ¡Amén! ¡Namaste! ¡Sawubona!
