Y es que yo me llamo Eva y mira que no darme de cuenta!. Im-pre-sio-nan-te!. Fueron la primera pareja, el primer amor y encima estaban en el “paraíso” en el lugar perfecto y sin nadie que les molestara, sin nadie que les contara cómo se vive el amor, cómo se está y se disfruta del otro… o… de uno mismo…
Porque en esas estoy yo. Viviéndome a mi misma. Nunca en mi propio blog había sido tan valiente para asumir que estoy conociéndome a mi misma, que me estoy valiendo, que me estoy sintiendo, que estoy valorando, que me estoy aprobando, que me estoy, en definitiva, amando…
Y que os voy a contar de “ellos” que no sepáis, que estaban tan agustito en el paraíso y que llegó la serpiente con la “manzana”, ¡caya! ¡no!, que eso era en Blancanieves… la manzana envenena¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡’’’’’’’’’’’’’’’’’’da… era para Blancanieves, que a Eva le toca la serpiente… Uf! Qué miedo!, pero es que era la serpiente la que entrega la manzana a Eva. ¡Que lío!.
La primera pareja, el primer amor, los primeros amantes, el primer beso, el primer pecado… y sabréis de ¿quiénes estoy hablando?. Pues aquí os dejo la historia según el Texto Sagrado y según la Ciencia que también dedica un homenaje a la primera “pareja” de la historia de los seres humanos.
Según la Biblia y las creencias judía, cristiana y musulmana fueron la primera pareja de seres humanos que poblaron la tierra y además en un lugar muy especial, allí donde los placeres de la tierra estaban asegurados y eran dados por gracia de Yahweh para los judios, Dios para los cristianos y Ala para los musulmanes.
Según esta historia recogida en el Génesis Adán fue creado el primero y de su costilla Dios creó a la mujer llamada Eva. Fue toda una obra de alfarería a su imagen y semejanza a la que Dios le dio el alma de un soplo poniendo el Espirítu Santo dentro de él.
Me gusta imaginar cómo sería la vida de estos dos seres tan perfectos y bellos, solos en ese lugar, disfrutando de todos y cada uno de los frutos del Jardín del Edén. Disfrutando desnudos de los olores de la tierra, del tacto de las flores, del sabor de los frutos, del pisar de la hierba fresca y limpia, del respirar de la fragancia del viento del norte, del sur, del este y oeste. Les imagino corriendo, saltando, bailando, acariciándose, haciendo el amor, besándose, abrazándose… el día y la noche. El lugar perfecto, la pareja perfecta.
Me gusta preguntarme cómo disfrutarían de la vida los “primeros amantes” de la tierra. Los dos solos en un lugar tan idílico se dedicarían al amor en cada uno de los rincones del paraíso. Se dedicarían a cuidar y mimar al otro. No había más ocupación que observar al otro y gozar de él.
Pero, nada dura eternamente y cuenta la leyenda que el demonio se apareció y tentó a Eva con una manzana del único árbol que Dios les había prohibido comer, el llamado “árbol de la ciencia del mal y el bien”.
Eva quería alcanzar la sabiduría, quería alcanzar el conocimiento y la serpiente “Satanás” le había prometido que comiendo del fruto prohibido le sería concedido. Así es que Eva comió y se lo ofreció a su pareja con la cual compartía todo. Y el engaño del demonio surtió su efecto.
Y al desobedecer Dios les castigó, con la vida que hoy conocemos. Así les condena a una vida de trabajo para ganar el pan con “el sudor de tu frente” dirigiéndose a Adán. A Eva le salé más caro porque a partir de ese momento Dios la condena a parir a sus hijos “con dolor” y ambos les roba la eternidad de la que disfrutaban: “hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado, pues polvo eres y al polvo volverás”.
Pero, parece ser que el amor verdadero pudo con este castigo o pecado original cómo se le conoce. Porque tras ser expulsados de este idílico jardín Adán y Eva, tuvieron descendencia, Caín y Abel… y luego llegó Set y muchos más hijos… Y su amor ha llegado a cada uno de nosotros porque parece que la ciencia también explica que Adán y Eva fueron nuestros ancestros, los padres de todos nosotros.
Su amor ha traspasado la historia de la vida llegando hasta nuestros días en la herencia de la que disfrutamos todos los seres humanos. Ya que científicamente se postula la teoría de dos antepasados comunes a todos nosotros, uno masculino denominado como su homónimo legendario, el Adán Cromosomal y uno femenino denominado Eva mitocondrial.
El cromosoma que imprime la vía paterna y del que convergen todos los hijos tiene su origen hace 60.000 a 90.000 años, en lo que conocemos es cuanto especie como el Homo Sapiens. La ciencia parece que ha dejado bien claro a través del análisis genético, que este Adán cromosomal y la Eva mitocondrial son los padres o antepasados comunes de los seres humanos actuales pero no fueron los primeros seres humanos, hubo muchas más especies.
Las mitocondrias son el órgano celular que la madre traspasa a la prole en su ADN, así es que todas la mujeres comparten según esta teoría la misma madre, comparten la misma ancestro de hace 150.000 o 200.000 años dividida en distintas ramas a través de la evolución. Es decir, que la línea materna de la que procedemos es más antigua que la paterna, Eva mitocondrial vivió 70.000 años antes. Por lo que el Adán según la ciencia engendra su descendencia con descendientes de la Eva científica.