Peter Fechter, se levantó una fría mañana de invierno con tan solo un objetivo en su mente, cruzar el Muro, lo haría con su compañero de trabajo Helmut Kulbeik. El plan parecía perfecto, se esconderían en el taller del carpintero que estaba justo al otro lado de Checkpoint Charlie, del Berlín Oeste. Ese día no acudió al trabajo en la obra y se fue a buscar a su compañero. Tras observar como los guardias de la “frontera” se alejaban, ambos saltaron por la ventana de la carpintería dirigiéndose hacia el “corredor de la muerte”, para atravesarlo corriendo y saltar el muro hacia su destino, hacia la libertad. Tras ese muro estaba, su ciudad, su familia, su amor, Mery.
Todo parecía estar saliendo bien, llegaron hasta el muro y treparon, pero justo al encontrarse arriba los soldados les dieron el alto. Era demasiado tarde para retroceder, la suerte estaba echada. Helmut se arrojó rápidamente, pero Peter resultó alcanzado por varios disparos en la pelvis, de los soldados que abrieron fuego sin piedad. La mala suerte siguió acompañando a Peter que cayó hacia atrás quedando tendido en el suelo en “tierra de nadie”. Nadie hizo nada, cincuenta minutos de agonía le acompañaron mientras se desangraba, a la vista de todos. Peter gritaba pidiendo auxilio, pero ni los soldados soviéticos que le habían disparado, ni los americanos hicieron nada para impedir su muerte. Tan solo le arrojaron un botiquín al que tan siquiera pudo acceder debido a la gravedad de las heridas. Mientras a ambos lados del muro se agolpaba gente que fue contemplando como Peter iba perdiendo poco a poco la consciencia. Entre ellos se encontraba Mery, que había acudido al Muro debido al gran revuelo que provocaba la multitud que increpaba a los soldados llamándolos “asesinos”.
.- “Pero, ¿es que nadie va a hacer nada?”, grito ella desesperada. Y comenzó a escalar el muro para al menos ver a Peter en sus últimos minutos de vida. Y lo logró subir ayudada por todos aquellos que se habían acercado a contemplar el martirio de Peter. Consiguió escalar hasta llegar a ensangrentar sus débiles manos y le vió allí, tendido en el suelo, con un gran charco de sangre y apenas en un hilo de voz, por encima del Muro, le susurró. “Peter, te amo”. El no pudo más que mirar hacia arriba y la vió casi ya entre el sueño mortífero que se le llevaba a mejor vida. La miró y se sintió en casa, cerró los ojos y expiró.
Entre 1961 y 1989 murieron más de 260 personas intentando hacer lo mismo que Peter no consiguió. El muro y la frontera entre las dos Alemanias se llevaron muchas almas que ansiaban la libertad por encima de todo. De aquel suceso protagonizado por Peter Fechter, Nino Bravo, compuso la canción de “Libre”, que ahora comparto con vosotros. Quizás ahora cuando cantéis esta canción descubráis su verdadero significado y que al menos sirva para dignificar la memoria de aquellos que quisieron recuperar la libertad que otros les habían robado y que querían regresar con sus seres queridos que habían quedado al otro lado del Muro.
La canción, escrita diez años después de los hechos, recoge la historia de Peter y unas fotos que dieron la vuelta al mundo, y que todavía hoy son símbolo de la crueldad humana. En el lugar donde murió Peter Fechter, se levantó en 1990 un monumento. Ya en 1997, dos antiguos soldados de la RDA fueron juzgados, y admitieron haber disparado contra Peter Fechter. Se les declaró culpables, y fueron condenados a un año de cárcel. En el juicio el forense declaró que toda ayuda hubiera sido inútil, ya que la gravedad de las heridas le hubiera causado la muerte en cualquier caso. Pero es algo que nunca sabremos, ¿verdad?
La canción es símbolo de todo el pueblo alemán que soñó con huir, ya que si Peter fue la primera víctima del muro, con tan solo 18 años. El último, Chris Gueffroy, en 1989, tenía, precisamente, veinte años…
Libre de Nino Bravo
TIENE CASI VEINTE AÑOS y ya está
cansado de soñar;
pero TRAS LA FRONTERA está su hogar,
su mundo y SU CIUDAD.
Piensa que la ALAMBRADA sólo
es un trozo de metal
algo que nunca puede detener
sus ansias de volar.
Libre,
como el sol cuando amanece yo soy libre,
como el mar.
Libre,
como el ave que escapó de su PRISIÓN
y puede al fin volar.
Libre,
como el viento que recoge MI LAMENTO Y MI PESAR,
camino sin cesar,
detrás de la verdad,
y SABRÉ LO QUE ES AL FIN LA LIBERTAD.
Con su amor por bandera se marchó
cantando una canción;
marchaba tan feliz que NO ESCUCHÓ
LA VOZ QUE LE LLAMÓ.
Y TENDIDO EN EL SUELO SE QUEDÓ,
SONRIENDO Y SIN HABLAR;
SOBRE SU PECHO, FLORES CARMÉSÍ
BROTABAN SIN CESAR.