Cuando empecé a practicar atletismo, lo que menos me pensaba era que iba a despertar en mi el amor. Al mediodía en el recreo de comedor a las que se nos daba mejor la gimnasia nos quedábamos con el profesor que voluntariamente nos preparaba para las pruebas de acceso al Moscardó.
Estaba cursando segundo de BUP y vinieron al instituto a hacernos unas pruebas a todos los alumnos, yo no era de las que más destacaba pero la verdad es que al ir a la pista de atletismo me gustó y decidí que practicar un deporte de forma continuada me iría bien. No era de las mejores, pero tampoco lo hacía mal, me hicieron diferentes pruebas para ver en que modalidad podía encajar mejor y así fueron pasando los días. Todos los martes y jueves en el recreo de comedor iba a la pista y los sábados por la mañana a competir.
Fue entonces cuando me colocaron en un grupo de chicas con el nuevo entrenador, se llamaba José y todas las chicas no paraban de hablar de lo buenísimo que estaba… nunca pensé hasta que lo comprobé con mis ojos, que alguien pudiera ser tan guapo, tan fuerte, tan perfecto… tan…
Y yo me colé por él, caí rendida a sus encantos. Él tenía novia y veintidós años, yo solo dieciséis, él, por supuesto, me veía como una niña, además de ser su alumna. Había muy buen rollo entre nosotros, yo no hacía más que hacerme la simpática para llamar su atención y parecía que yo empezaba a gustarle o eso me parecía a mi.
Empecé a querer ir más al estadio por verle que por practicar el deporte, la verdad es que el atletismo era lo que menos me importaba, sólo pensaba en él y en las semanas de esa etapa de mi vida solo existían los martes, jueves y sábado de entrenos… los demás días me los pasaba en babia esperando y deseando que llegara ya el día siguiente. Un buen día me dijeron si quería probar con el lanzamiento de jabalina, yo eso lo veía de «machorras», así fue pasando por distintas disciplinas y en ninguna encajaba. Pero, daba igual, yo me dedicaba a mirarle y de vez en cuando hacía algo para disimular, hasta que llegó el fatídico día en que me dijeron que me cambiaban de entrenador…el mundo se me vino encima. Yo NO PODÍA dejar de ver a mi amor, estaba completamente loca por élby en cuanto subí al autocar que me llevaba a mi casa rompí a llorar, como nunca había llorado por nadie, ni creo que nunca he llegado a llorar. Al día siguiente llegué al instituto con los ojos tan hinchados que no podía ni leer.
Y llegó el día de el supuesto último día de entreno, me dirigí hacia él y me lo quedé mirando sin hablar, mis ojos hablaban por mi y él no supo que decirme, simplemente encogió los hombros, ¿qué me podía decir?, si nunca había pasado nada?. Así que me sinceré y le dije que yo solo hacia atletismo para verle, que si me dejaba como entrenador, dejaría de ir a atletismo, no tenía mucho sentido, no iría nunca más y ¿sabé is que dijo?…no dijo nada, ni mu.,por lo menos me podría haber contestado algo… resultó que yo era más mujer que él hombre, y ahora mismo me voy a meter en el facebook a ver si le veo…ah¡ y mira que su novia era fea, tenía hasta pelo en la cara, con lo mona que era yo con dieciséis… ¡qué le den!