Estudié en un colegio de chicos porque en mi época no se llevaban los mixtos. Y no se si fue por esa influencia, pero la relación con las chicas me ha costado siempre mucho. Desde pequeño soñaba con enamorarme, pero nunca llegaba a ocurrir, quizás por desearlo tanto no se producía el milagro.
Fue con 18 años, cuando me saqué el carnet y me compré coche, que logré cierta independencia y no paraba un solo fin de semana en casa. Con mi pandilla de toda la vida, de chicos, claro está, organizábamos subidas a la sierra de Madrid, todos los findes.
Uno de esos, conocimos a un grupo de chicas que estaban de acampada y de pronto se produjo algo que nunca me había ocurrido, una de ellas comenzó a hablar conmigo más que con el resto y además me miraba de una manera que nunca nadie había hecho.
Algunos de mis colegas también habían conectado con algunas de sus amigas y abandonamos nuestras rutas por la sierra, para “tomar” literalmente el pueblo de la pandilla de chicas que habíamos conocido.
Un sábado, bien entrada la madrugada y tras una cena, me encontré bailando con ella una canción lenta, me recordaba a cuando yo era más joven, que odiaba este tipo de música, ya que nunca ninguna chica quería bailar conmigo. Pero, Mariló, ahí estaba bailando la canción de la banda sonora de Ghost, ¿qué más se podía pedir?. Cuando volvía conduciendo por la carretera de Burgos camino a casa, no conseguía apartar de mi mente el baile que acabábamos de echarnos juntos.
Pasé toda la semana debatiéndome entre el sí y el no, deshojando margaritas cual colegial, mientras bailábamos le pedí salir y no me había contestado, me dijo que se lo tenía que pensar. Yo daba por sentado que el milagro iba a ocurrir, que seguro que me diría que SI, porque hasta llegar al baile, habíamos compartido tantos ratos buenos, habíamos aprendido tanto sobre cada uno, sabíamos de nuestros gustos, y compartíamos tantas aficiones, yo sentía una afinidad tan increíble, que en ningún momento se me pasó por la cabeza lo que sucedería el fin de semana fatídico. Si hasta grabé su nombre MARILO, en mi mesa de la facultad con una navajilla multiusos.
Al fin llegó el fin de semana siguiente, ¡vaya semanita!, debatiéndome entre el sí y el no el no y el sí. Y cogí el coche y en esta ocasión subí solo, ya que mis amigos se habían cambiado de pueblo, porque “las chicas” las amigas de Mariló, les aburrían. Conducía más deprisa de lo que suelo hacer habitualmente, y el camino hasta el pueblo se me hizo más que una eternidad, cada metro de carretera se me hacía un kilómetro. Todo llega. Y llegué.
Ella me esperaba en el bar que siempre quedamos y me senté a su lado, pedimos un par de cervezas… y convencido de su respuesta, acerqué mis labios a los suyos y la besé.
Ella me miró lastimosa, no se que pasó, pero su mirada había cambiado desde nuestro último baile, y entonces pronunció las palabras que nunca jamás pensé que escucharía de sus labios. “NO, NO VOY A SALIR CONTIGO”.
Me quedé helado, no me lo esperaba, no sabía cómo reaccionar, no me había preparado para esa negación tan rotunda, nadie me había advertido que el amor puede ser tan dulce y tan amargo a la vez, nadie me había explicado que el amor, y en mi caso el primer amor iba a ser tan caprichoso y vacío de esperanza, porque además me dijo que “NO QUERIA VOLVER A VERME”. Tenía la mano dentro del bolsillo de mi cazadora preparada para obsequiarla con un collar de corazones que le había comprado, ¡iluso de mi!.
Conseguí olvidarla, lo cual me costó más de un año, y ya cuando había logrado pasar más de 24 horas sin pensar en ella y en el estúpido baile con la banda sonora de “Ghost” de fondo, pareció, volvió a por mi, me vino a buscar a la Facultad y me dijo que cambiaba el NO por SI. ¡Estúpida margarita traicionera!, maldije el día que la conocí, en mi mente claro, porque no pude apenas articular palabra. Entonces, los recuerdos, que crueles son, solo conseguía recordar los buenos momentos que había pasado junto a ella, esos fines de semana compartiendo experiencias, idas y venidas, me parecieron como el más bello jardín de rosas que jamás había transitado. Pero, no conseguía traer a mi mente los malos ratos pasado en ese último año, en el que casi me volví loco por su ausencia. Y entonces, la besé. Y su beso, me supo a amargura, su beso me trajo uno a uno los días en los que no conciliaba el sueño, esperando que ella volvería a mi. Su beso recuperó todas las noches en vela con el libro abierto sin poder ni siquiera concentrar mi mente en el estudio. Sus labios me supieron a rancio, a cobardía, por haberme dicho que no, por no querer afrontar una vida junto a mi. Ya no sentía nada por ella. Me había curado. No daba crédito, me había curado, “dicen que la distancia es el olvido”, pues así era. Pero, ¿cómo había podido pasar esto?. Y entonces mis labios, todavía con sabor a hiel pronunciaron lo impronunciable, NO, Mariló, NO VOY A SALIR CONTIGO. Ella cabizbaja se fue, tal como vino se fue. Cogió la vereda que va paralela a la faculta de caminos y me dejó. Pero, esta vez, no era yo, el que se iba. Era ella.
No fue una venganza, solo Dios lo sabe, simplemente es que ya había dejado de sentir, era como si mi corazón se hubiera arrugado, estaba seco de amor hacia Mariló. Ya no la quería.
La última vez que la vi fue en la despedida de soltero de un amigo. Estaba allí con sus amigas, al fondo del bar donde nos conocimos. Mi invitó a salir fuera.
-¿Cómo tu por aquí de nuevo? –me preguntó.
-Pues mira, en la despedida de soltero de Juan, ¿te acuerdas de Juan? ha pasado mucho tiempo… ¿qué tal te va?
-Bien, yo también voy de despedida, de mi despedida de soltera.
Creo que esa fue la última vez que la vi. Ahí va mi recuerdo, algún día pasaré por la Universidad de Caminos para comprobar si sigue la inscripción en mi mesa. Soy un puñetero nostálgico, que el vamos a hacer. No sucedió porque yo no quise, ya se había acabado la magia. El amor es muy caprichoso, tan dulce y tan agrio a la vez, que mis papilas nunca lo han podido asimilar. Su recuerdo vivirá en mi, y de hecho tengo que reconocer que lo único que consigo recordar el ese maldito baile con la banda sonora de Ghost, el resto, mi cerebro se ha empeñado en archivarlo en algún lugar que no consigo recordar.