Mi primer amor fue con cuatro años, estaba obsesionada con un niño de mi clase que se llamaba Brandon, de origen uruguayo. A esa edad no notaba nada de falta de apetito, dormía a pierna suelta todos los días, pero… en clase solo tenía ojos para él.
De hecho la profesora le advirtió a mi madre que estaba bajando el rendimiento escolar, que no terminaba ningún dibujo, que me confundía en todas las sumas y restas… y que incluso había dejado de hacer figuras con la plastilina, lo que más me gustaba por esas edades.
Recuerdo perfectamente que él se sentaba en primera fila, era del grupo de los empollones… por lo que me pasaba las clases mirando para adelante, lo que de cara al profesor no era del todo malo, ya que parecía que estaba atendiendo, pero, yo, de lo que estaba pendiente era de su pelo rubiajo que me tenía completamente fascinada.
Siempre he sido una chica muy resuelta y decidida, no se me ha puesto nada por delante. Y con Brandon llegó un momento en el que no veía salida, yo quería que pasara algo, pero nada ocurría. Entonces, un día, no sé sinceramente que fue lo que me pasó, pero, en medio del recreo me plante delante de él y le dije: “si me bajo los pantalones, tendrás que darme un beso”.
-¿Cómo?, ¿qué te bajabas los pantalones? –le pregunté estupefacta a Cristina, que me dijo que no le importaba que citara su nombre en el blog.
– Pues, sí, yo era así, resuelta y espontánea, imagínate ahora. No pude evitar reírme con ella de lo que me estaba contando, realmente si, sí, bastante resuelta.
-Pero, cuéntame la reacción de Brandon.
-Curiosamente me dijo que sí. Procedí a bajarme los pantalones, allí en medio del patio del colegio en pleno recreo y se fue corriendo. Me quedé con los pantalones bajados en medio del patio y llorando como una Magdalena.
-Y luego ¿cómo se desarrollaron los acontecimientos?, tan resolutiva que eres, me imagino, que le echarías una buena bronca, le dejarías de hablar o le dirías “me enfado y no respiro”, cosas así, de la edad.
– Pues mira no, automáticamente me dejó de gustar, un día que salíamos de clase de gimnasia le dije que “olía fatal” y que no quería saber nada de él, y así terminé mi historia de primer amor. El por supuesto también me dijo que olía mal, claro, no iba a ser menos. Ahora lo cuento, como si tal, pero la verdad es que me afectó muchísimo, pero sobre todo antes de la escena del patio. Imagínate, tenía tan solo 4 años y me acuerdo perfectamente de todo, se ha quedado grabadísimo. Fue todo un poco patético.
Hace poco me lo encontré, e hice como que no le veía. Me horrorizaba pensar que se acordaría de mi bajada de pantalones a tan tierna edad, pero… no fue así, pasó por delante de mi, y como si pasara por delante de un estatua, bueno, menos, porque al menos en una escultura igual hubiera reparado. Fíjate para mi ha quedado registrado como mi primer amor y yo para él, nada de nada, indiferencia total.
Después no he vuelto a sentir nada parecido por nadie. Y cada vez que empiezo con un chico me viene a la mente mi historia de mi primer amor, por muy patético que fuera. Eso, sí, ya no he vuelto a poner condicionantes a mis relaciones por si me sale mal la cosa. Dejo que las cosas fluyan, para que pase lo que tenga que suceder.