Comiendo en casa de unos amigos el otro día, me topé con un adolescente que acaba de estrenar primer amor, de hecho la semana anterior celebrarba que cumplía un mes con su novia. Y es curioso, la llamaba NOVIA, con todas las letras, ni mi chica, ni mi lío, ni mi ligue, ni mi rollo… Es su novia con todas las letras.
Y de pronto despertó en mi la esperanza de que todavía los adolescentes escuchan a su corazón y se dejan llevar por el entramado de piezas que compone el puzzle del primer amor. No pude sacarle mucha información realmente, porque la timidez invadía todo su rostro, sus manos, sus gestos, sus palabras, se hacía el remolón y me costaba mucho hacerle preguntas y provocar una situación embarazosa.
Hacía unos días que celebró en un restaurante, asesorado por sus padres, su primer mes junto a ella. Y me recordó que cuando llega el primer amor es así, que cuentas los segundos, los minutos, los días… y cuando llega el primer mes, lo celebras, como si llevarás toda la vida volcado en esa nueva circunstancia de vida que llena todos los rincones de tu existencia.
Me hizo sentir de nuevo que cuando llega el primer amor no existe otra cosa que eso, tu chico o tu chica. Todo el mundo gira en torno a el o ella. Todo lo que te ocurre estás deseando contárselo, cuando estás con tus amigos solo comentas cosas de él o ella, “el otro día me dijo, el otro día me contó, ayer me regaló, mañana vamos a pasar todo el día juntos, pues… menganito opina que…”. Tu mundo es él o ella, el o ella es todo tu mundo.
Y así andaba el hijo de mis amigos, que cómo os he dicho antes no me contó mucho. Pero… sus padres antes de que llegara él me contaron lo de la comida de celebración de su mes juntos, que siempre estaba hablando de ella, y que hablaba de su novia muy pero que muy orgulloso. Bueno, aunque le surgía preocupaciones tan trascendentales cómo que ella estaba creciendo mucho y al final iba a ser más alta que él, o… que qué le iba a compra para el Día de los Enamorados, o que dónde la iba a llevar el fin de semana de paseo, o ¿quizás? este verano hasta podrían pasar las vacaciones juntos, Dios mío… tres meses sin verla, se le hacía muy muy cuesta arriba.
Después de la comida vinieron sus amigos a buscarle, y uno de ellos resulta que fue su asesor sentimental en aras de la conquista, ¡qué risa!, nos confesó, “yo le recomendé que se viera la peli de Hitch, el especialista en ligues, como yo he estado con alguna chica más, pues le ayudé un poco, para el es la primera”.
Me pareció sublime, me hizo revivir tan buenos tiempos en los que no nos preocupábamos de la hipoteca, de los seguros, del coche, de pagar la luz… Tan solo vivíamos ese instante feliz que nos diseñábamos en nuestras cabecitas. Solo vivíamos para las dos o tres horas que nuestros padres nos dejaban salir a la calle para… compartirlos con… nuestro primer amor. El resto… podía esperar.