

Un día tan Fen Shui como este, día

38 de amores y día 18 de diciembre en el que escribo tenía que estar ocupado por Evita Duarte Perón. Que seguramente hubiera respondido a mi pregunta diciendo que el pueblo fue su primer y gran amor, reflejado en la figura de su esposo y presidente de Argentina, al cual sostuvo su bandera durante su corta, pero intensa vida de 33 años. Perdonad el retraso en las subidas de amoríos, pero el personaje de Evita es tan rico y complejo que me ha llevado días y días de estudio reverenciar su persona y su obra. Confío que la espera haya merezca la pena.
Vengo en este día a contar el gran legado de amor que dejó Evita en su Argentina natal y en muchas partes del mundo. Su vida estuvo protagonizada por la conexión que sentía por los que eran como ella, por sus “descamisados”, la clase obrera. Y supo conectar esta historia de amor y convertir en vehículo ejecutor a su marido, el que ostentaba el poder, porque a “ellas” por entonces no las dejaban. Su amor por él fue tan fuerte, que cuando el pueblo la reclama como vicepresidenta, declina el ofrecimiento, siempre defendió a su gran amor, Perón, como representante de los argentinos. Tras escuchar muchos de los discursos de esta oradora nata, os reproduzco a continuación el que más me impresionó y que me ha llevado irremediablemente a escribir sobre ella y su amor por su pueblo y su Perón.
“La humanidad está viviendo días tremendos… Un frío materialismo quiere burlarse de la ternura. Una hostil solemnidad quiere alejar a los Hombres de la Humana sencillez que hace cordiales y sensibles a los corazones. Mezquinas ambiciones han hecho olvidar ese encanto inefable de las pequeñas cosas humildes que nos rodean. Y el Hombre que tenía amor se ha convertido en el Hombre indiferente. Y el Hombre que creaba se ha trasformado en el Hombre que destruye”.
Sus biógrafos no se ponen de acuerdo si nació en Junín o el campo La Unión, ya que las actas de nacimiento fueron destruidas a petición de Evita, cuando contrajo matrimonio con el entonces coronel Juan D. Perón. Unánimemente parece aceptado que nació el 7 de mayo de 1919, con el nombre de Eva María Ibaguren. Lo que si está claro es que su padre Juan Duarte, mantenía dos familias, una legítima en Chivilcoy y otra ilegítima, en Los Toldos, con Juana Ibaguren, mamá de Evita. En aquellos tiempos y lugares se trataba de una costumbre generalizada en el campo, para los hombres de clase alta. Evita y sus cuatro hermanos jamás fueron reconocidos, quedaron marcados como ilegítimos. Y bien que lo descubren cuando fallece su padre y les impiden acudir al funeral. Gracias a la mediación de su influyente tío, pudieron acompañar el cortejo hasta el cementerio y asistir al entierro.
Además de quedar desprotegidos, quedan sin nombre, por eso Evita hace que se destruya su partida original de nacimiento. Esta discriminación sufrida como hija ilegítima le marcan profundamente, por aquel entonces las calificaciones infames para aquellas personas cuyos padres no se habían unido en matrimonio eran tal como: hijos adulterinos, sacrílegos, mánceres o naturales, circunstancia que se hacía constar en la partida de nacimiento de los niños. Fue uno de los logros políticos del peronismo, que elimina todas estas leyes discriminatorias. El propio Perón, había sido registrado también como hijo ilegítimo. Ella misma nos lo cuenta en “La razón de mi vida”:
“Para explicar mi vida de hoy, es decir lo que hago, de acuerdo con lo que mi alma siente, tuve que ir a buscar, en mis primeros años, los primeros sentimientos… He hallado en mi corazón, un sentimiento fundamental que domina desde allí, en forma total, mi espíritu y mi vida: ese sentimiento es mi indignación frente a la injusticia. Desde que yo me acuerdo cada injusticia me hace doler el alma como si me clavase algo en ella. De cada edad guardo el recuerdo de alguna injusticia que me sublevó desgarrándome íntimamente”.
El nombre de Eva fue cambiando con el tiempo. Su nombre de bautismo fue Eva María Ibarguren como se registra en el acta parroquial. Sin embargo, desde niña fue conocida como Eva María Duarte y así fue inscripta en la escuela de Junín. Una vez en Buenos Aires, Eva adoptó el nombre artístico de Eva Durante que alternaba con el de Eva Duarte. Al contraer matrimonio con Perón en 1945 su nombre legal fue establecido como María Eva Duarte de Perón. Después de que Perón fuera elegido presidente, tomó el nombre de Eva Perón, tal como fue denominada su fundación. Pero, quién la puso su nombre definitivo fue, su gran amor, el pueblo que comenzó a llamarla «Evita». Con respecto a su nombre ella misma dice en “La razón de mi vida”:
“Cuando elegí ser «Evita» sé que elegí el camino de mi pueblo. Ahora, a cuatro años de aquella elección, me resulta fácil demostrar que efectivamente fue así. Nadie sino el pueblo me llama «Evita». Solamente aprendieron a llamarme así los «descamisados». Los hombres de gobierno, los dirigentes políticos, los embajadores, los hombres de empresa, profesionales, intelectuales, etc., que me visitan suelen llamarme «Señora»; y algunos incluso me dicen públicamente «Excelentísima o Dignísima Señora» y aun, a veces, «Señora Presidenta». Ellos no ven en mi más que a Eva Perón. Los descamisados, en cambio, no me conocen sino como «Evita». Confieso que tengo una ambición, una sola y gran ambición personal: quisiera que el nombre de Evita figurase alguna vez en la historia de mi Patria. Quisiera que de ella se diga, aunque no fuese más que en una pequeña nota, al pie del capítulo maravilloso que la historia ciertamente dedicará a Perón, algo que fuese más o menos esto: «Hubo al lado de Perón una mujer que se dedicó a llevarle al Presidente las esperanzas del pueblo, que luego Perón convertía en realidades». Y me sentiría debidamente, sobradamente compensada si la nota terminase de esta manera: «De aquella mujer sólo sabemos que el pueblo la llamaba, cariñosamente, Evita»”.
Tras la muerte de su padre se trasladan a Los Toldos, pueblo indígena, donde su mamá comenzó a trabajar como costurera para mantener a sus hijos. Las dificultades económicas eran terribles, Eva ingresó en la escuela primaria, la que cursó con dificultades, debiendo repetir el segundo grado en 1929, cuando contaba con 10 años, pero eso no evitó que destacara ya entonces por sus dotes artísticas, por su cara aindiada Eva recibiría el sobrenombre de “Chola” o “Negrita”, que mantendría toda su vida. Cuando Evita tiene 11 años se trasladan a la ciudad de Junín. Allí la familia Duarte comienza a prosperar gracias al trabajo de los hermanos mayores. Con 15 años completa su educación primaria. Con dificultades en la educación básica Evita destaca en la declamación, la actuación y la participación en los espectáculos que organizaba , la escuela, el Colegio Nacional, en el cine del pueblo y en el radioteatro. Eva recitaba poemas en “La Hora Selecta”, participaba en obras teatrales como el «Cortocircuito», con el fin de recaudar fondos para una biblioteca escolar.
Ella siempre soñaba con ser actriz, su seguridad natural de lograr el éxito era tan contagiosa que lo consiguió. Evita, con tan solo 15 años, migró definitivamente a Buenos Aires. Ella misma nos cuenta porqué dio este paso:
“En el lugar donde pasé mi infancia los pobres eran muchos más que los ricos, pero yo traté de convencerme de que debía de haber otros lugares de mi país y del mundo en que las cosas ocurriesen de otra manera y fuesen más bien al revés. Me figuraba por ejemplo que las grandes ciudades eran lugares maravillosos donde no se daba otra cosa que la riqueza; y todo lo que oía yo decir a la gente confirmaba esa creencia mía. Hablaban de la gran ciudad como de un paraíso maravilloso donde todo era lindo y extraordinario y hasta me parecía entender, de lo que decían, que incluso las personas eran allá «más personas» que las de mi pueblo”.
Quizás en el camino a la capital Evita tuvo su primer encuentro con el amor, con el famoso cantor de tangos Agustín Magaldi, sin embargo, de nuevo algunos biógrafos dejan este viaje en compañía de su mamá. La siguiente etapa de adolescencia de Evita como emigrante en la capital, se gana de nuevo otro término despectivo y racista por parte de la clase alta de Buenos Aires, “los cabecitas negras”, los emigrantes no europeos. Así el germen de la Evita peronista sigue forjándose. Nada más llegar, obtiene su primer empleo en un papel secundario en la compañía teatral de Eva Franco, debuta en 1935, y luego idas y venidas, actuando de aquí para allá, con compañías de teatro de poca monta, viviendo en pensiones baratas, sacrificios… intentando completar su sueño de convertirse en una artista de éxito, flaca y débil para los demás, fuerte y con un rebelde sentido de la vida para ella misma.
Lentamente Eva fue logrando un cierto reconocimiento, participando primero en películas como actriz de segunda línea, también como modelo, apareciendo en la portada de algunas revistas de espectáculos, pero sobre todo comenzó una carrera exitosa como locutora y actriz de radioteatros, que la llevan a su gran trasformación. El primer radioteatro que puso en el aire la compañía fue “Los jazmines del ochenta”, por Radio Mitre, de lunes a viernes. Luego llegaron las películas: “El más infeliz del pueblo”, “La carga de los valientes” y “Una novia en apuros”. Pero, su salto definitivo fue en el 42 al ser contratada por la Compañía Candilejas, que difundiría todas las mañanas por Radio El Mundo un ciclo de radioteatros. Ese mismo año fue contratada por cinco años para realizar diariamente por la noche, un radioteatro llamado “Grandes Mujeres de todos los tiempos”, en el que se dramatizaban las vidas de mujeres famosas. Se transmitió por Radio Belgrano y se hizo sumamente popular.
Entre el radioteatro y las películas Eva finalmente logró una situación económica estable y cómoda. De este modo, en 1942 pudo abandonar las pensiones y comprarse su propio departamento, frente a los estudios de Radio Belgrano, ubicado en el exclusivo barrio de Recoleta, en la calle Posadas 1567, el mismo donde tres años después comenzaría a vivir con Juan D. Perón. Su primera actividad sindical también se relaciona con la radio fundando el sindicato de los trabajadores de la radio. AMOR A PRIMERA VISTA, sino… ¿qué pasó ahí?. Se lo dejo a ustedes, mis lectores. Eva Duarte y Juan Perón se conocen en 1944 y se casan el 22 de octubre de 1945, en medio de una época de turbulencias económicas, sociales y políticas, de los cuales este matrimonio se convertirá en protagonistas de primera mano. Revolución industrial, migración interna, urbanización de las grandes urbes, incorporación laboral de la mujer, corrupción gubernamental, golpes de estado, movimientos sindicales apoyados por militares, las alpargatas contra los libros… Eva, con 24 años, conoce a Perón, un hombre viudo, bien parecido, en un acto para condecorar a las actrices que más fondos habían recaudado en la colecta de solidaridad con las víctimas del terremoto que asoló la ciudad de San Juan. ¿Qué flechazo tan impresionante lanzaría Cupido para conseguir que en febrero de ese mismo año, Eva y Perón se fueran a vivir juntos al departamento de la calle Posadas 1567?. Escarbando en la documentación histórica no he conseguido encontrar nada que haga referencia a esta etapa, que seguramente los dos llevaran en el más íntimo secreto del amor incontenido. La actividad política de él, la radio de ella, y ese binomio perfecto, que hasta el mismo pueblo supo detectar. A pesar de la detención de Perón en la calle Posadas, del peronismo y el antiperonismo, el amor sale triunfante.
Es tan romántico escuchar a Perón escribiendo a un amigo pidiéndole que cuide de Eva mientras su internamiento: “le encargo mucho a Evita, porque la pobrecita tiene sus nervios rotos y me preocupa su salud. En cuanto me den el retiro, me caso y me voy al diablo”. Y luego le confiesa a ella: “... Hoy he escrito a Farrell pidiéndole que me acelere el retiro, en cuanto salga nos casamos y nos iremos a cualquier parte a vivir tranquilos… Trataré de ir a Buenos Aires por cualquier medio, de modo que puedes esperar tranquila y cuidarte mucho la salud. Si sale el retiro, nos casamos al día siguiente y si no sale, yo arreglaré las cosas de otro modo, pero liquidaremos esta situación de desamparo que tú tienes ahora…Con lo que yo he hecho estoy justificado ante la historia y sé que el tiempo me dará la razón. Empezaré a escribir un libro sobre esto y lo publicaré cuanto antes, veremos entonces quién tiene razón …”
Por entonces parecía que Perón había sido definitivamente desplazado de la actividad política y que, en el mejor de los casos, se retiraría con Eva, para vivir en la Patagonia. Sin embargo a partir del día 15 de octubre los sindicatos comenzaron a movilizarse para exigir la libertad de Perón, hasta desencadenar la gran manifestación del 17 de octubre que finalizó con su liberación, provocó la recuperación de las posiciones en el gobierno que tenía la alianza militar-sindical y abrió el camino para la victoria en las elecciones presidenciales. Como Perón había prometido en sus cartas, pocos días después, el 22 de octubre se casó con Eva en Junín. Dos días después se realizó la ceremonia de matrimonio católico en la iglesia de San Francisco, orden muy apreciada por Eva, en la ciudad de La Plata.
Eva comienza abiertamente su carrera política acompañando a Perón, como su esposa, en la campaña electoral con vistas a las elecciones presidenciales del 24 de febrero de 1946. La participación de Eva en la campaña de Perón fue una novedad en la historia política argentina. En aquel momento las mujeres carecían de derechos políticos (excepto en San Juan) y las esposas de los candidatos tenían una presencia pública muy restringida y básicamente apolítica. En general, la cultura machista dominante consideraba una falta de feminidad que una mujer opinara de política. Eva fue la primera esposa de un candidato presidencial argentino en estar presente durante su campaña electoral y acompañarlo en sus giras y toda Argentina, pero se convirtió más tarde en la esposa del Presidente de los Argentinos, que llego al poder con la fórmula Perón-Evita en 1946.
En la historia argentina existe un reconocimiento unánime sobre el hecho de que Evita realizó una tarea decisiva para el reconocimiento de la igualdad de derechos políticos y civiles entre hombres y mujeres. Durante su gira europea precisó con claridad su punto de vista frente a esta cuestión: “Este siglo no pasará a la historia con el nombre de “Siglo de la Desintegración Atómica” sino con otro nombre mucho más significativo: “Siglo del Feminismo Victorioso”.
El 27 de febrero de 1946, tres días después de las elecciones, Evita pronunció su primer discurso político en un acto organizado para agradecer a las mujeres su apoyo a la candidatura de Perón. En esa oportunidad Evita exigió la igualdad de derechos para hombres y mujeres y en particular el sufragio femenino: “La mujer argentina ha superado el período de las tutorías civiles. La mujer debe afirmar su acción, la mujer debe votar. La mujer, resorte moral de su hogar, debe ocupar el sitio en el complejo engranaje social del pueblo. Lo pide una necesidad nueva de organizarse en grupos más extendidos y remozados. Lo exige, en suma, la transformación del concepto de mujer, que ha ido aumentando sacrificadamente el número de sus deberes sin pedir el mínimo de sus derechos”.
A partir de ahí…. la Ley de igualdad de derechos políticos entre hombres y mujeres y el sufragio universal en la Argentina, redactado por ella, el Partido Peronista Femenino (PPF), fueron electas en total 109 mujeres en las primera elecciones que Evita votó en el hospital aquejada ya de su enfermedad, la fuerte relación, estrecha y a la vez compleja, con los trabajadores y los sindicatos en particular, que la caracterizó; .su impulso a los dirigentes sindicales la formación de milicias obreras y, poco antes de morir, compró armas que entregó a la CGT, la Gira del Arco Iris por Europa, todas sus obras sociales a favor de los ancianos, de los niños, de las mujeres desamparadas… la Fundación Evita Perón orientada a atender la pobreza y otras situaciones sociales de desamparo, la asistencia y la ayuda social; impulsora en parte del plan de salud pública; las jubilaciones y pensiones…
Volcó todo su amor por el pueblo en La Fundación Eva Perón con un amplio espectro de actividades sociales, la construcción de hospitales, asilos, escuelas, colonias de vacaciones, becas para estudiantes, ayudas para la vivienda y promoción de la mujer, promoción del deporte, los controles médicos. La Fundación entregaba también masivamente, cada fin de año, sidra y pan dulce a las familias más carenciadas. Hasta Golda Meir viajó a Argentina para agradecer el apoyo de la Fundación Eva Perón a Israel.
Sus obras: el complejo habitacional Ciudad Evita en el Partido de La Matanza (Gran Buenos Aires), gran cantidad de hospitales que ahora llevan su nombre, la República de los Niños en Gonnet (provincia de Buenos Aires), ayudas solidarias para diversos países como Estados Unidos e Israel. Y es que el amor que sentía por su pueblo se derramaba por sus venas y no tenía límite alguno, reproduzco a continuación el diálogo de Evita con la multitud cuando la piden que se convierta en su vicepresidenta. Eva llora y abraza a Perón durante el acto del 22 de agosto de 1951
-“Evita: (hablando a la multitud y a Perón) “Hoy, mi general, en este Cabildo Abierto del Justicialismo, el pueblo preguntó que quería saber de qué se trata. Aquí ya sabe de qué se trata y quiere que el general Perón siga dirigiendo los destinos de la Patria”.
-Pueblo: “¡Con Evita! ¡Con Evita!”
-Evita: “Yo haré siempre lo que el pueblo quiera. Pero yo les digo que así como hace cinco años he dicho que prefería ser Evita, antes que la mujer del presidente, si ese Evita era dicho para aliviar algún dolor de mi Patria, ahora digo que sigo prefiriendo ser Evita. La Patria está salvada porque la gobierna el general Perón”.
-Pueblo: “¡Que conteste! ¡Que conteste!”
-Espejo (CGT): “Señora, el pueblo le pide que acepte su puesto”.
– Evita: “Yo le pido a la Confederación General del Trabajo y a ustedes, por el cariño que nos profesamos mutuamente, para una decisión tan trascendental en la vida de esta humilde mujer, que me den por lo menos cuatro días”.
– Pueblo: “¡No, no, vamos al paro! ¡Vamos a la huelga general!”
– Evita: “Compañeros, compañeros… yo no renuncio a mi puesto de lucha. Yo renuncio a los honores. (llorando). Yo haré, finalmente, lo que decida el pueblo. (aplausos y vivas) ¿Ustedes creen que si el puesto de vicepresidenta fuera un cargo y si yo hubiera sido una solución no habría contestado ya que sí?”
– Pueblo: “¡Contestación! ¡Contestación!”
– Evita: “Compañeros, por el cariño que nos une, les pido por favor que no me hagan hacer lo que no quiero hacer. Se los pido a ustedes como amiga, como compañera. Les pido que se desconcentren. (La multitud no se retira) Compañeros…¿Cuándo Evita los ha defraudado? ¿Cuándo Evita no ha hecho lo que ustedes desean? Yo les pido una cosa, esperen hasta mañana”.
– Espejo (CGT): “La compañera Evita nos pide dos horas de espera. Nos vamos a quedar aquí. No nos movemos hasta que nos dé la respuesta favorable”. Evita: “Esto me toma de sorpresa. Jamás en mi corazón de humilde mujer argentina pensé que podía aceptar este puesto… Denme tiempo para anunciar mi decisión al país en cadena”.”
Así consigue que la multitud se disperse y nueve días después Evita en el conocido como “Día del Renunciamiento”, anuncia por su medio, la radio, que se retira de la candidatura a vicepresidenta. Su enfermedad también empezaba a restarle fuerzas para asumir tal compromiso con su gran amor, con su pueblo. En las elecciones que se llevaron a cabo el 11 de noviembre de 1951 Evita había sido operada seis días antes y debió votar en su cama del hospital. Fue la primera vez que las mujeres votaron en las elecciones nacionales en Argentina. A tal efecto Evita recibió la Libreta Cívica Nº 00.000.001.
Eva Perón enfermó de un cáncer de cuello uterino, pero sacaba fuerzas de flaqueza para acudir a actos públicos. Por esa época Eva Perón empezó a dictar su último libro, conocido como “Mi Mensaje”. El 18 de julio de 1952 entró en coma por primera vez. Recibió tratamiento de rayos en varias ocasiones. Murió a la edad de 33 años, el 26 de julio de 1952, a las 20:25. El pueblo la nombro “Jefa Espiritual de la Nación”, devolviéndole así todos los honores y todo lo que ella les había dado”. Se decretaron tres días de paro y el gobierno estableció un duelo nacional de 30 días. Su cuerpo fue velado en la Secretaría de Trabajo y Previsión hasta el 9 de agosto, en su entierro una lluvia de claveles, orquídeas, crisantemos, alhelíes y rosas, arroparon su partida por más de dos millones de personas.
Su cuerpo fue embalsamado y mantenido en exposición y el cadáver fue secuestrado y hecho desaparecer durante 14 años, en un itinerario macabro y perverso, primero por la Argentina de mano en mano de militares, enterrada en Génova (Italia) en un ataúd que se explicaba pertenecía a una mujer llamada María Maggi de Magistris, luego enterrado bajo ese nombre en la tumba 41 del campo 86 del Cementerio Mayor de Milán, su mito, superó su muerte… se llegó a rumorear de copias realizadas de su momia en cera, que fueron enviadas a distintos cementerios.
Hasta septiembre de 1971, el cuerpo de Evita no encontró la paz y se reunió con Perón, dicen que la Puerta de Hierro de Madrid. En tal acción participó el brigadier (R) Jorge Rojas Silveyra, embajador argentino en España. Al cadáver le faltaba un dedo que le fue cortado intencionalmente y presentaba un leve aplastamiento de la nariz, pero estaba en buenas condiciones generales. En 1974, ya con Perón de regreso en el país, los Montoneros cambiaron el cadáver de Evita por el de un militar.
Y fue la tercera esposa de Perón, María Estela Martínez de Perón, ya muerto éste quien consigue que el cuerpo de Evita regrese a Argentina y lo ubica en la quinta presidencial. Mientras tanto, el gobierno de Isabel Perón comenzó a proyectar el Altar de la Patria, un mausoleo gigantesco que albergaría los restos de Juan Perón, Eva Duarte de Perón, y todos los próceres de la Argentina. En 1976 la dictadura militar que tomó el poder el 24 de marzo le entregó el cuerpo a la familia Duarte, que dispuso que fuera enterrada en la bóveda que su familia posee en el Cementerio de la Recoleta de Buenos Aires, donde se encuentra desde entonces. Descanse en Paz aquella que amó a su pueblo por encima de su vida.
En su libro “Mi Mensaje”, evidencia la gran pasión de Evita. “Todo lo que se opone al pueblo me indigna hasta los límites extremos de mi rebeldía y de mis odios, pero Dios sabe también que nunca he odiado a nadie por sí mismo, ni he combatido a nadie con maldad, sino por defender a mi pueblo, a mis obreros, a mis mujeres, a mis pobres «grasitas» a quienes nadie defendió jamás con más sinceridad que Perón y con más ardor que «Evita». Pero es más grande el amor de Perón por el pueblo que mi amor; porque él, desde su privilegio militar supo encontrarse con el pueblo, supo subir hasta su pueblo, rompiendo todas las cadenas de su casta. Yo, en cambio, nací en el pueblo y sufrí en el pueblo. Tengo carne y alma y sangre del pueblo. No podía hacer otra cosa que entregarme a mi pueblo. Si muriese antes que Perón, quisiera que esta voluntad mía, la última y definitiva de mi vida, sea leída en acto público en la Plaza de Mayo, en la Plaza del 17 de Octubre, ante mis queridos descamisados… No tengo en estos momentos más que una sola ambición, que de mi se diga cuando se exhiba el capítulo maravilloso, que la Historia seguramente dedicará a Perón, que hubo una mujer que se dedicó a llevarle al Presidente las esperanzas del pueblo, que a esta mujer el pueblo la llamaba cariñosamente “EVITA””.
Y este es mi homenaje a mi tocaya Eva Duarte de Perón, «Jefa Espiritual de la Nación», título otorgado por el Congreso de la Nación pocos días antes de su muerte, el 7 de mayo, cuando ella cumplía 33 años. Este es un título honorífico que sólo ella ha recibido en toda la historia institucional argentina.