Son 30 días, lo podéis creer?, ya he llegado al mes publicando primeros amores. Ups! y ya tengo mis propios suscriptores que han decidido recibir en su email cada día un primer amor. A mi me parece un regalo estupendo, con los tiempos que corren, con la sociedad entre la que nos ha tocado vivir tan vacía de sentimientos, de ética, de compromiso, de valores… que exista gente que todavía quiera escuchar este canto al amor. De hecho para mi es todo un placer sentarme ante el ordenador e intentar plasmar día a día cómo fue la primera vez que distintas personas se tropezaron con su primer amor. La historia que hoy os traigo es ciertamente bastante interesante, creo yo, ahí va, el primer amor de una pareja de mellizas, ¿uno para dos?. RO, me relataba así.
«Fue en el parvulario… y luego en la EGB… cuando Fernando me empezó a hacer tilín… no sé explicar la sensación, porque no se trataba de un deseo carnal, ni nada que se le parezca, era una atracción como magnética… crecimos juntos, el iba al B y yo al A. El recreo para mi era el momento preferido del día, porque ahí nos juntábamos todos los niños, era genial. El, como todos los niños de su edad, no me hacía ni caso, el estaba en cosas mucho más importantes, el fútbol, los amigos, las chuches, las maquinitas de marcianitos… Típico de su edad. Yo me pasaba el día, dibujando corazones en el cuaderno, escribiendo poesías en mi diario, deshojando margaritas… pero por encima de todo, guardando el gran secreto para mi. Este amor no era capaz de compartirlo ni tan siquiera con mi hermana melliza a la que contaba todo, todito, todo. NO, me negué a ello, este amor, era para mi, para mis momentos de soledad, en los que imaginaba que él venía a buscarme a casa para irnos de paseo, y luego le pedía a mi padre mi mano, y… nos casábamos… y teníamos hijos… ¡Cuantas veces imagine esta bella historia!. Pero, pasaban los años, ni mi hermana, ni ninguna amiga, ni mis padres, ni Fernando sabían de mi gran secreto.
Nos fuimos de vacaciones, un año más sin ver correspondencia en mi amor. Unas vacaciones más de desidia y de echarle de menos, lejos del patio del colegio donde dejaba mi corazón volar, lejos del comedor donde alguna vez me ayudaba a llevar la bandeja de la comida, lejos de él, ¡vaya fastidio de vacaciones!, otro año más…
Y entonces ocurrió, lo recuerdo como si estuviera sucediendo ahora mismo. La vuelta de la playa, mientras mis padres empezaban a recoger la nevera portátil, las hamacas, la sombrilla (madre mía la de trastos que llevábamos para pasar la mañana), de pronto llegó mi hermana dando saltitos de alegría, con un brillo especial en los ojos… con unos colores en las mejillas… que parecía que la crema solar no le había hecho ningún efecto, si se había churruscado cual guiri… me miró y me hizo señas como que luego me lo contaba… Yo tenía el corazón en un puño, porque presentía que algo malo iba a ocurrir, el vínculo con mi hermana era tan fuerte que era capaz de intuir tanto de ella como ella de mi, de hecho, siempre había vivido en un suspiro el tener que ocultarle mi gran “secreto” con el miedo que algún día me descubriera.
Llegamos a casa, comimos y cuando los papis se fueron a echar la siesta nos salimos al porche y MO comenzó a relatar: “RO, no te lo vas a creer, he conocido a un chico en la playa, bueno ya le conocía, pero es que me ha parecido distinto de cómo le veo siempre, tía, me he enamorado, ¡joder!, si le conozco desde siempre, bueno tu también, me ha mirado… mi corazón ha empezado a brotar tan fuerte, que no he podido evitar abalanzarme sobre él y besarle, hemos estado toda la mañana mirándonos cogidos de la mano, sentados en el borde del mar. ¡Jo, tía! ha sido mágico, me pasó como en “West Side Story”, ¿te acuerdas? cuando Tony y María se ponen a bailar y desaparece todo el mundo a su alrededor. Pues, eso me pasó a mi, fíjate que la playa está petada, pues no veíamos a nadie. Éramos, el, yo, las olas, la arena, el sol… y nada más. He quedado en media hora para volvernos a ver. ¡Me muero!, mira que siempre ha estado ahí y nunca nos habíamos visto de esta manera ¡Dios mío!”. Creo que hasta… ¿le quiero?. ¡Uf!.
Yo no cabía en mi de gozo, jo, mi hermana estaba locamente enamorada, pero había algo que, sentía un pellizco en el corazón, sabía que algo terrible iba a suceder… no se… de hecho me daba hasta miedo preguntarle quién era. Si ella le conocía, pues yo también, claro, siempre estábamos juntas, menos esta mañana justo que yo me encontraba un poco mal y me quedé bajo la sombrilla leyendo y mi hermana se fue a pasear. No me atrevía… no… pero, intuía algo… malo, muy malo. “MO, ¿qué te pasa?, hija que te has quedado alelada, ¿no quieres saber quién es?”, dije que sí con la cabeza, pero no con el alma.
“ES FERNANDO”.
Hoy es mi cuñado, fíjate mi primer amor, es el amor de mi hermana melliza… jamás confesé mi “secreto”, mi gran secreto. Es mío, me niego a compartirlo, Ocurrió y basta, lo dejé pasar, ¿qué podría yo hacer contra un encuentro tan brutal?, ¡cuándo dos corazones se encuentran, es para siempre!. Y de hecho espero, que sea así siempre, mi hermana se merece eso y más. Siempre pensé que mi gran secreto moriría conmigo, pero, gracias a ti, y a tu blog, al menos se que muchos más lo compartirán aunque no sepan quién soy, gracias Eva”.
Relamente me encanta estoy leyendo cada historia que pu blicas y me encanta!
Gracias por tu comentario Valery. Aquí sigo compartiendo «primeros amores». Gracias por seguirme
Si realmente me encanta ,pense que no me ibas a responder