Mi siguiente amiga, L, siempre fue muy revolucionaria, con 19 años salió de casa y se fue a vivir con un chico, ella sabía perfectamente que no era el amor de su vida, pero, tenía que irse, tenía que dejar su casa, necesitaba decir aquí estoy yo y paso de vosotros. Sus padres comerciantes de toda la vida. Estaban separados y ella pasaba temporadas en la tienda de uno, en la tienda del otro. Hacía ya tres años que vivía con aquel que la ayudó a escapar de casa de sus padres, «en realidad era una relación de pura cabezonería, simplemente era huir hacía adelante, como siempre he hecho, pero el verdadero amor, me llegó por casualidad, el me buscó, amor a primera vista».
L andaba por una Feria con su madre, y ella le seguía insistiendo que el chico que había elegido para compartir el resto de sus días, no le convenía y la invitaba a buscar algo mejor, «no te merece, mira que chicos más guapos hay en ese stand, anda vamos a ver». L, como siempre, prefería no contrariar a su madre y se dirigió hacia el stand. «Todos resultaron ser hermanos, que llevaban el negocio con su padre, todos me parecieron guapísimos, pero en realidad no me fijé en ninguno de ellos, mi madre dejó la tarjeta de visita de su tienda y nos fuimos.
Al cabo del tiempo, un tarde mi madre me comentó que uno de los chicos que vimos en la Feria iba por la tienda para ofrecerle sus productos y que siempre le preguntaba por mi. Yo me hice la sueca porque mi madre es muy lianta. Por entonces yo estaba en la tienda de mi padre. Y debe ser que como no la hice ni caso, decidió intervenir y ni corta ni perezosa, me envió al chico a la semana siguiente. Cuando le vi entrar por la puerta, me empezaron a sudar las manos de tal manera que tuve que irme a la trastienda a lavármelas y refrescarme. Al salir del baño, todos los dependientes de mi padre me miraban y le miraban a él. Cogí mi abrigo y nos fuimos a tomar una Coca-Cola».
«L» tenía muy claro que su relación actual tenía los días contados, aunque vivieran juntos desde hacía tres años, las cosas no iban nada bien, sobre todo porque él era una persona muy celosa. Entonces en la Coca-Cola surgió la oportunidad de volar de nuevo, su nueva conquista la invitaba a las Fiestas de Pedrezuela, donde él vivía.
«Yo siempre había vivido en el centro de Madrid, eso de la Sierra me parecía que estaba muy lejos, jamás me había movido en esos ambientes de pueblo, pero bueno, dije que sí y me planté en las Fiestas en agosto, apenas habían pasado unos meses de la Coca-Cola primera y ya estábamos planeando tener un hijo. Nos entraron las ganas primero de tener un hijo y luego nos dió por planear la boda.
De verdad, que no se cómo pasó todo, solo se que me dejé llevar por la mejor cosa que me ha pasado jamás, él, mi marido, el padre de mis hijos, es todo para mi, mi amigo, mi amante, mi amor, mi vida… solo tengo que decirle, necesito ésto y me lo da. Es mi primer amor, es mi único amor, porque todo lo que ha pasado antes o después de él es historia, no lo recuerdo.
En agosto en las fiestas de Pedrezuela, anunciamos nuestra boda para enero advirtiendo a todos que ya íbamos a «buscar» el bebé, que si llegaba antes de la boda pues.., y así fue, me casé embarazada. No puedo tener mi vida programada, me casé sin casa, sin ¿ajuar?, se decía antes así, ¿verdad?, fue muy duro, yo quería vivir en Madrid, él en la Sierra. Pero, como nos queremos muchísimo, hemos superado todas las dificultades que la vida nos va poniendo por delante y aquí seguimos amándonos cada día que pasa, más y más y más. Como dice mi segundo hijo: «hasta el infinito y más allá»».