No se porqué me da, que está va a ser una tónica que se repetirá a lo largo de mucho de los primeros amores que relataré. ¿Por qué esta hipótesis?, porque el amor que no culmina o no se materializa, es decir el platónico, es tan idílico, tan limpio, tan etéreo… que permanece anclado en nuestra memoria para siempre.
Es el caso del primer amor de O, mi siguiente gran amiga. Por casualidad, ha caído en el día 8, número al cual rindo pleitesía por la filosofía Fen Shui, significando la fortuna y es por ello que creo que O es afortunada por el gran amor que guarda en su recuerdo. Ella descubrió mariposas en su estómago, sintió su corazón volar cada vez que el pasaba por su lado, se enamoró hasta la muerte, pero, nunca jamás se atrevió a confesárselo.
O, me lo contó en un cierre, ¿qué tendrán los cierres que dan píe a la confesión de la íntimidad?. Ella siempre me había dicho que al único hombre que había conocido era su novio, que luego fue marido. Pero, de pronto un día sale en un cierre un nombre y a O se le escapa un hondo suspiro. La miro. Me mira. Y me dice, «sí. Creo que hoy le volví a ver, fue esta tarde, cuando salí a comprar las patatas fritas, pero como siempre, no me he atrevido ni a saludarle».
Pero, O, ¿el te conoce?. O, me contesta, yo creo que sí, pero, ni lo se… no estoy 100 % segura.
A lo largo de su vida le había encontrado en las situaciones más inverosímiles que te puedas llegar a imaginar. No sabía ni tan siquiera, si se había fijado alguna vez en ella, pero, esos fugaces instantes le llevaron a ella a construir una gran fábula alrededor de estos encuentros. Pero, ¿cómo no plantearse si esa persona hubiera sido el compañero de su vida?. «Cada una de las veces que me he cruzado con él, me he quedado totalmente paralizada, extasiada, anonadada… es una sensación de idiotez extremadamente embriagadora, porque se me queda anclada hasta en el último poro de la piel».
Y la otra gran pregunta, ¿por qué el destino se lo ha puesto ahí a su alcance tantas veces?. Es un poco para desesperarse, pero a la vez tan bello. Me recuerda a la canción de «TE VI», «yo no buscaba a nadie y te vi». Entre la multitud, entre la masa, en cualquier lugar, en cualquier circunstancia.
Y ahí está, ahí queda sin respuesta, sin argumento… sin ningún compromiso, ni promesa… Un «te vi», y tu no a mi, quizás…
Moraleja: Si algún día O, decide buscarle y confesarle sus sentimientos, prometo contároslo a todos. Aunque creo que no llegará a suceder nunca, porque se rompería la magia que abriga la incertidumbre.
¡Hasta mañana!