Estoy muerta, el trabajo me supera, mañana una convocatoria a medios brutal con más de 35 periodistas acreditados hasta hoy, que además como todo lo dejan para última hora, seguro que mañana confirma alguien más. Me apuesto lo que quieras. Y no solo eso, sino que he ido a una ponencia sobre medio ambiente y SRC, he visitado 2 agencias de publicidad, y por la tarde he asistido a unos premios, además de revisar el mail del periódico, que tiene una media de 170 mails diarios, pues eso… un no parar.
Sin embargo, a pesar del cansancio agobiante que me abruma, estaba deseando llegar a casa para cumplir con mi objetivo: un primer amor por día. Hoy, he estado hablando con una buena amiga mía escritora, y me ha dicho que 365 primeros amores, va a ser mucha tela. Pero, yo creo que no. Con lo que me gusta escribir, y encima este blog que me me pica mogollón, no creo que abandone en la lucha.
Bueno, ahí va el séptimo amor.
Imagínense una adolescente, «C», que se va a EEUU, a estudiar COU (de entonces), pero, que además va obligada. «Yo tenía mi vida, mis amigos, ¡Dios mío!, ¿cómo iba a vivir sin mi pandilla?… me negué en rotundo, pero dió igual, mis padres ya habían reservado la plaza, mi madre hizo la maleta a primeros de septiembre, me montaron en el avión y allí que me plantaron. La familia de acogida era encantadora, pero a mi me daba igual. Yo estaba contra todo. Y ¿qué hice?, me encerré en mi cuarto y me declaré en rigurosa huelga de hambre».
Pero, parece ser que el estómago de C la obligó a suspender la primera medida de coacción, bajó a la cocina de la casa y suspendió la segunda para compartir la cena con su nueva familia, sus tripas habían ganado la batalla de la rebeldía. Al día siguiente comenzaba el curso, el primero de un gran año de sufrimiento, como ella pensaba que iba a ser.
Pero, no fue así… «lo peor de todo es que no entendía absolutamente nada, yo hablaba inglés perfectamente, pero, a los americanos no les entendía nada de nada, creía que me iba a volver loca, para colmo de males mi novio de Madrid, me dejó, y encima ¡por teléfono!, la indignación me asaltó de lleno, me sentía tan sola, tan triste, tan infeliz… era una sensación terrible… cuando llegaba del instituto, cenaba y me iba a dormir directamente, mis amigos al principio me llamaban casi todos los días, pero poco a poco el teléfono dejó de sonar, y yo cada vez me sentía más sola. La idea de todos los meses que me quedaban en ese estúpido país me agobiaban hasta lo impensable».
El milagro llegó a los dos meses de estancia en su nuevo hogar, las chicas de la casa la invitan a una Fiesta en casa de una compañera del colegio, en la tradicional Fiesta de Holloween. No llega al punto de disfrazarse como sus amigas y todos los que estaban en la fiesta, pero decide salir y abandonar su encierro voluntario.
«Llegamos a la casa y todo el mundo estaba disfrazado, cogí una Coca-Cola y de pronto alguien me tocó el hombro, me giré, y ahí estaba él, se me heló todo el cuerpo, me quedé paralizada y comencé a hablar un perfecto inglés con acento americano incluído, que ni yo misma daba crédito… él tampoco iba disfrazado y por eso llamaba mi atención. Era perfecto, guapísimo, inteligentísimo, todo ísísimo… algo increíble. Desde el día que nos conocimos en la Fiesta ya no volvimos a separarnos nunca, estábamos siempre juntos. Iba a mi mismo instituto, y nunca había reparado en él. A partir de la Fiesta, ya nunca más nos separamos».
Hasta junio C vivió una historia de amor de película, pero el tiempo no para, no se detiene… y el final de curso llegó. C volvía a España, con su perfecto inglés, el curso aprobado y el corazón roto. Y ya en España de vuelta a empezar… se encerró en su habitación y se declaró en huelga de hambre.
Aún hoy llora cuando recuerda el viaje de vuelta de EEUU. La última vez que hablé con ella, andaba buscando a su primer amor desesperada por las redes sociales, ni el tiempo, ni la distancia, han podido con el primer y único amor de C.
Y lo descubro a tan solo un día del final de este proyecto… y con tantas cosas que añadir… bueno, os dejo con esta:
El pasado Halloween, en nuestro 23 aniversario y después de 22 años sin verle, estuve hablando por teléfono con él.
Gracias, Eva.
C
Todavía estas a tiempo de añadir cosas, sin ningún problema. C