Y es que no estoy en rutina, todavía de esto del blog, madre mía, es un poco agobio. Esto ni se parece a cuando escribía el diario. Y además me recuerda lo rápido que pasa el tiempo y además sin compasión.
Pero, sin problema hoy domingo antes de las 12 de la noche, me escribo dos primeros amores, porque sino pasaríamos a tener que escribir tres. Lo dicho, que rápido pasa el tiempo. Madre mía.
Bueno al tajo…
Hoy no tengo un Primer amor pata contar. Pq siendo domingo y sentada en el sofá viendo un primer que no amor , sino primer caballero las teclas del teclado segirán otro destino. Si. Algunos ya lo habeis adivinado. Estoy viendo la peli del primer caballero. Historia de amor por excelencia. Y para ella, Ginebra, protagonista del film, su primer caballero, su primer amor, Lanzarote. «El hombre que no le teme a nada es que no ama nada», dice el Rey Arturo.
Cuando Lanzarote le da de beber de las hojas de un árbol en medio de la tormenta (escena un tanto compulsiva y bastante sensual), tras rescatar a la futura reina por segunda vez le dice: «Olvidad al mundo entero e idos conmigo». Imposible! No hay amor tan irracional , fuera del tiempo y lugar, tan irreflexivo, tan sin… Bueno, quien sabe, quizá en este mi blog, y después del año de andadura que me queda, pues quizás llegue a mis manos una historia de amor, de primer amor, que traspase todas las barreras de la razón y solo se deje guiar por el corazón.
Who knows?
Ese amor sin medida, sin guía, sin religión, ni dogma, ni signo, ni razón… sin buscar nada a cambio… sin fondo, ni telón… Y al final el mismo Rey Arturo de antes le dice a Lanzarote: «Habeis arriesgado la vida por otro, no hay amor mas grande. No guardáis nada para vos… Lo dais todo para los demás…»
Y así es la vida, tras ese orgulloso acto de fe por los demás sin esperar nada a cambio es el mismo Rey el que pilla a Ginebra y Lanzarote besándose. Pero, no es el hecho del beso traicionero, sino el hecho de la mirada de Ginebra. El Rey Arturo la dice: «solo desearía que me mirárais como habéis mirado a Lanzarote». Y lo más terrible de esta historia, es que no recibe esta mirada deseada hasta el mismo lecho de su muerte. Terrible, ¿verdad?, más que terrible.
Cuando el amor llega, inunda todo… sin dejar desierta tan solo una estancia.